Cuadro de madre con el niño
Originaria de un dormitorio matrimonial, la pieza compartía espacio en el hogar con otras imágenes devocionales marianas o dedicadas al Sagrado Corazón. Pero las relaciones de parentesco iconográfico que traza esta Virgen con el Niño son más amplias. Tiene numerosas hermanas gemelas, esparcidas por capillas y casas de subastas europeas.
El autor del original, el artista vienés Rudolf Fuchs, creó imágenes femeninas imbuidas del exótico erotismo de los Salones tardodecimonónicos. Sin embargo, en esta pieza prevalece otra faceta de la pintura finisecular: la necesidad de masificar el modelo más consensuado por el régimen representacional vigente.
Como expresión de una nueva estética de la devoción, las Vírgenes del periodo inhabilitaban el misticismo meditativo y doloroso de las estampas tradicionales. Las imágenes que proliferaron en su lugar crecieron en sentimentalidad e infantilismo, para convertirse en unos eficientes manuales visuales de comportamiento. Así, las jóvenes que repetían delante de estos iconos la ritual plegaria, aprendida de sus madres o maestras religiosas, interiorizaban el modelo a imitar. Amable, contenida y capaz de sublimar los impulsos hormonales, para convertirlos en apariencia impecable, María -o la nueva Eva- anulaba la diferencia entre pureza, aspecto admirable y un código de comportamiento que cimentaba el nuevo orden social.