Lebrillo y mesa de matanza y de escoger legumbres
El lebrillo es una vasija de forma troncocónica invertida, se fabricaba en diferentes tamaños, aunque en general solía ser de grandes dimensiones. Se utilizaba para fines culinarios (conserva, embutido, pasta de pan) o higiénicos (como bañar a los niños o lavar la ropa). Este recipiente muestra marcas de reparación, concretamente un lañado. El lañador iba por las casas reparando la loza que se rompía mediante la inserción de lañas o grapas. Una vez fijadas las lañas, se rellenaba el hueco con pasta para evitar pérdidas de líquidos. Las reparaciones se realizaban siempre en la parte exterior del recipiente. Este era otro de los oficios que mantenían una economía circular basada en el aprovechamiento.
Mesa de madera con listones en las esquinas usada para escoger las legumbres. Esta operación se realizaba para seleccionar aquellas legumbres que estaban en condiciones de ser cocinadas y desechar las piedras, bichitos u otros elementos procedentes del campo. Este tipo de mesas también se empleaban para realizar la matanza del cerdo, generalmente en invierno, cerca de Navidad. De esta tradición nace el famoso refrán «a todo cerdo le llega su San Martín», que hace referencia a que a todo el mundo le llega el momento de saldar sus deudas.