Botellas de refresco retornables
A mediados del siglo XX se popularizaron las bebidas gaseosas y proliferaron las fábricas locales dedicadas a estos productos: la Torrentina o La Señera son algunas de ellas. Estos refrescos se vendian en botellas retornables, al adquirirlos se pagaba el casco y cuando se terminaba, se devolvía y se recuperaba el importe. La botella se devolvía a la fábrica, donde se limpiaba y se volvía a utilizar.