Iglesia de San Andrés Apóstol y Osario
Ubicada en el núcleo urbano de Villavega, fue levantada por los mudéjares entre los siglos XV y XVI. En el atrio, y protegiendo un suelo empedrado, se conserva un antiguo artesonado de madera, que, a pesar de su deterioro, aún se aprecian las estrellas de cinco puntas combinadas con otras de ocho, diversas formas geométricas, vegetales, e inscripciones en lengua árabe, todo ello con vestigios de una antigua policromía.
En su interior se diferencian dos naves, una central con mayor altura, y una lateral en la parte norte que es más pequeña tanto en altura como en longitud. Preside la iglesia un gran retablo barroco, con la figura de San Andrés en el centro, y decorado en la parte superior con una imagen que nos muestra el martirio y crucifixión de dicho santo. Algunos elementos de especial relevancia son una Virgen con características que se identifican con el arte románico ubicada en el retablo de la nave lateral, una rica colección de libros antiguos que se guardan en la sacristía y dos capiteles que fueron encontrados en la puerta del cementerio local.
Pero si hay algo que verdaderamente llama la atención del interior de esta iglesia, es el tesoro que guarda bajo el coro y oculto tras una puerta. Ahí se encuentra el baptisterio del templo, cuya pila bautismal se decora mediante gallones, y de la cual apenas existe información, pero que es fácilmente fechable en tiempos del románico por su similitud con múltiples pilas de la provincia. A su vez, todas las maderas del coro se encuentran decoradas con estrellas policromadas simulando un cielo nocturno, y a lo largo de las cabezuelas y las vigas se pintan diferentes escudos con múltiples colores, pero que son de difícil interpretación.
Osario de Villavega
A los pies del templo se haya un antiguo osario en cuya pared se alzan tres pilastras con inscripciones en castellano antiguo, y que rematan con calaveras con huesos cruzados. Dichas inscripciones se traducen como: «Tú que me miras a mí, tan triste mortal y feo como tú te ves me vi, te verás como me veo». Y en otro de sus pilares: «No te espantes de que soy una triste calavera. Acuérdate, te verás en ésta tan triste».